viernes, 3 de septiembre de 2010

Reencuentro

Hoy he cumplido una vieja aspiración. Tras unos primeros contactos telefónicos he logrado reunirme con la hija de mi tío-abuelo Casimiro.

La entrevista ha resultado muy agradable. Aurora, que a la sazón cuenta con 80 años, me ha obsequiado con un fresco y sabroso zumo de frutas y, entre sorbo y sorbo, hemos tenido una conversación distendida en la que hemos intercambiado información de nuestros diversos acontecimientos familiares.


Someramente me ha puesto al corriente de lo que ella cree que fue el motivo del distanciamiento de su padre y mi abuelo. ¡Cuan diferentes se ven las cosas con el transcurso de los años! Como sucede la mayoría de las veces, un malentendido que en su momento  tiene una gran importancia y supone un obstáculo insuperable, con el devenir del tiempo adquiere una nueva dimensión y un poco de buena voluntad hace que se diluyan lo que parecían unos escollos insalvables.

Ambos coincidimos en lamentar el tiempo que hemos vivido unos a espaldas de los otros siendo unos perfectos desconocidos. 

La satisfacción que he sentido al escuchar de sus labios el cariño que profesaba a mi padre y sus hermanos Julián, María, Lucía y Josefina, se ha visto enturbiada al constatar su alejamiento posterior. Así mismo me ha confesado que su padre y mi abuelo, a pesar de todo, se querían. Una verdadera lástima que murieran tan distanciados.

Nos hemos despedido con el propósito de volver a encontrarnos a su retorno a Tudela y con el deseo por mi parte de ver a su hija Cristina, puesto que ha sido la que ha hecho posible esta entrevista, y por parte de ella de conocer a mi hermano y a mi mujer, a cuyos padres me ha manifestado tenía en gran estima.

Creo que hoy he dado un gran paso para recuperar una tía segunda, totalmente desconocida hasta ahora, que ha sido toda amabilidad para conmigo, y que ambos hemos quedado muy satisfechos con esta primera entente.