sábado, 16 de enero de 2010

Ebro baja furo

Se veía venir y así ha sido. Ya está aquí la primera riada del año.


Las nieves caídas entre los días seis y diez de este mes de enero y las lluvias generalizadas posteriores han provocado un rápido deshielo y como consecuencia de ello el desbordamiento de numerosos ríos entre ellos el que me ocupa: el Ebro a su paso por nuestra Ciudad. A más abundamiento, para escarnio de los agoreros,  los pantanos están a rebosar por efecto de las persistentes lluvias anteriores y  se temía que las de los últimos días complicasen más esta situación, sin embargo la crecida no ha sido tan espectacular como se esperaba.

  
Ebro baja furo” se dice en Tudela cuando nuestro río discurre tan embravecido como en estos momentos. Y no decimos el Ebro o el río Ebro, sino Ebro a secas. Suprimimos el artículo personificándolo y es que nuestro río es  el vecino y el amigo de toda la vida. Y baja “furo” que, según la Real Academia de la Lengua que clasifica esta palabra como un regionalismo de Navarra y Aragón, significa furioso, fiero.

De todas maneras, estas avenidas estacionales nos recuerdan  que nuestro río sigue estando vivo y vigoroso y producen otras “riadas”: las de los curiosos o “aldragueros” (otro regionalismo) que en todas ellas nos acercamos para observarlas.

Las crecidas del río y su desbordamiento han sido consustanciales a Tudela. Ya en 1515 la hacienda de la Ciudad recaudó un impuesto especial de 2.250 libras para reparación de los daños de las riadas que eran frecuentes y devastadoras.


Hay que destacar las sufridas el 14 de marzo de 1930 en la que el agua creció 6,75 metros por encima de su nivel habitual y su caudal fue de 3.805 metros cúbicos por segundo; y la del 1 de enero de 1961 en la que pasaron 3.508 metros cúbicos por segundo y el agua alcanzó una altura máxima de 6,41 metros sobre el nivel medio. El agua cubrió todos los campos haciendo verdaderos estragos dejando incomunicada la Ciudad  y el barrio de la Magdalena y sus aledaños quedaron anegados.


Otras riadas importantes fueron las de 1980, 2003 y 2007 si bien produjeron menores daños que en las anteriores puesto que el río ya estaba más encauzado.

La canalización producida por los diques ha sido la causa que ha evitado que las calles de la ciudad se inunden como sucedía antaño. La vieja estampa del pontón de Patolea  navegando cual góndola veneciana por nuestras calles de San Julián, Verjas, Huerto del Rey,  etc. pasaron a la historia.

Solamente nos queda el recuerdo y algunas fotografías que hicimos cuando todavía no peinábamos canas.












domingo, 10 de enero de 2010

Esteras de Lubia

Esta población perteneciente a la comarca de Gómara, ubicada en la ladera sur de la Sierra del Cortado y por la que discurre el arroyo Esterón, es una pedanía de Almenar de Soria y forma parte de la entidad histórica Mancomunidad de los 150 Pueblos de la Tierra de Soria.

Este parece ser el solar de nuestros Tajahuerce ya que todos los conocidos hasta este momento son naturales de Esteras de Lubia, salvo los Tajahuerce Salvador que son de Villar del Campo, donde se asentó su padre José Tajahuerce Enciso.


El lugar está situado sobre una pequeña colina en una extensa explanada y en sus alrededores se dan la encina y el chaparro, abundando la caza de liebre y conejo. Su economía se mueve en torno del cultivo del cereal y la ganadería ovina.

En la Edad Media perteneció a la Comunidad de Villa y Tierra de Soria, formando parte del Sexmo de Lubia. En la Edad Moderna se constituyó en municipio constitucional llamándose entonces Esteras de Soria, contando en 1842 con 204 habitantes. Por R.D. del 27-6-1916, a propuesta de la Real Sociedad Geográfica,  pasa a tomar el nombre que ostenta en la actualidad. Durante el siglo XX, en la década de los 60, desaparece el municipio integrándose en Almenar de Soria. En ese momento tenía 116 vecinos consolidándose la tendencia al despoblamiento de tal forma que en el censo de 2008 contaba solamente con 22 residentes.

Hay en el pueblo dos ermitas: la de la Virgen de la Misericordia y la del Santo Sepulcro o humilladero, además de la iglesia principal de San Pedro Apóstol, donde fueron bautizados nuestros antepasados, muchos de ellos contrajeron matrimonio allí y también fueron enterrados en el pequeño cementerio adosado a esta iglesia.

Este es un lugar que he visitado personalmente constatando su firme candidatura a engrosar la lista de los numerosos despoblados sorianos dado el continuo descenso de la población y como consecuencia del envejecimiento de sus exiguos moradores.


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