viernes, 30 de abril de 2010

¡¡Que les quiten lo bailado!!

Hay días que no se está para nadie. No nos viene a la cabeza ni una idea medianamente aprovechable para poder plasmarla. Tras dar vueltas y vueltas se me ha ocurrido esto:

Yo no se si este viaje realizado a Madrid y alrededores me ha dejado, tal cual me pasó con el de Italia, físicamente agotado y saturado mentalmente. Es que nos hemos hecho ya mayores.


Alguien comentó ante los esplendores de Toledo, El Escorial, Ávila y Segovia “no sé para qué nos fuimos a Italia con lo que tenemos aquí”. Quizá tenga razón, pero siempre es bueno ampliar horizontes para conocer los hechos y obras de otras gentes y no estar continuamente mirándonos el ombligo.


Y ante las maravillas de Aranjuez, La Granja, el Palacio Real etc. el comentario era unánime respecto los pasados privilegios de la monarquía, el clero y la nobleza. ¡Como vivían a costa del pueblo! Hoy día nos parece absolutamente inmoral semejante actitud, pero estamos juzgando unos acontecimientos del ayer con nuestra mentalidad del siglo XXI.

No sé qué sentimiento prevalece más en mí: congratularme porque los Tajafuerte no hayan pertenecido a los explotadores o apesadumbrarme porque hayan sido de los explotados.

Lo más positivo de todo esto es el legado artístico recibido. Sin embargo si reyes, nobles y príncipes de la Iglesia levantaran la cabeza y vieran a los descendientes de la tan denostada plebe pisar sus alfombras, escudriñar sus estancias y disfrutar de sus fuentes y jardines, seguramente les daría un “patatús” y volverían a sus marmóreas tumbas lamentando indignados hasta donde había llegado el populacho.


"Sic transit gloria mundi".   Sí pero.... ¡¡que les quiten lo bailado!!

martes, 13 de abril de 2010

Leyre

El nombre de mi nieta mayor (dos añitos) tiene connotaciones muy especiales para los navarros.

Así se denomina también la sierra de Errando en cuyas estribaciones el río Irati ha excavado en la roca caliza un espectacular cañón conocido como la Foz de Lumbier. En las faldas de esta sierra se encuentra situado el Monasterio de San Salvador de Leyre, cuna del reino de Pamplona (precursor del de Navarra) y mausoleo de sus primeros reyes.


En este privilegiado emplazamiento se realiza todos los años la entrega de los prestigiosos premios internacionales Príncipe de Viana que el Gobierno de Navarra otorga  para reconocer la labor de personas e instituciones de cualquier país en tres ámbitos: la cultura, la solidaridad social y la atención a las personas dependientes.

Además de la maravillosa iglesia románica de los siglos XI y XII, cuenta este monasterio con una excepcional cripta única en el mundo por sus características, destacando sus grandes capiteles sustentados por unas pequeñas columnas.


Para no ser reiterativo no voy a extenderme describiendo con prolijidad este extraordinario lugar puesto que existe abundante información al alcance de cualquier persona interesada en este conjunto monástico.

El entorno es privilegiado y a sus pies se encuentra el embalse de Yesa represando las aguas del río Aragón. A pocos kilómetros se sitúa el  castillo donde nació San Francisco Javier patrón de Navarra y misionero universal . Igualmente, desde sus alturas, se divisa el cercano pueblo aragonés de Sos del Rey Católico.

Como no podía ser de otra manera, Leyre también tiene su leyenda: la de San Virila:

Cuentan que en este monasterio vivía un monje llamado Virila que albergaba grandes dudas sobre el misterio de la eternidad y rogaba a Dios para poder comprender dicho misterio.


Un día que salió a dar un paseo por los bosques de la sierra sentose a descansar junto a una fuente y  quedó tan absorto con el canto de un ruiseñor que perdió la noción del tiempo y se durmió. Una vez despierto tras reponer sus fuerzas, cuando ya anochecía, regresó al  cenobio donde habitaba y se percató de que ningún monje le era familiar y en el monasterio se habían introducido algunos cambios. Apesadumbrado, se dirigió  al prior, al que tampoco conocía, exponiéndole su extrañeza y juntos en la biblioteca descubrieron asombrados que hacía trescientos años había existido un abad santo llamado Virila desaparecido durante uno de sus paseos primaverales.


San Virila comprendió que él mismo era el abad mencionado en ese escrito y que, al someterle a esta prueba, Dios había escuchado sus súplicas. Todavía hoy puede visitarse la fuente citada en este relato siguiendo un sendero por el bosque.

Esta leyenda no es exclusiva de Leyre. Yo la he escuchado, con muy ligeras variaciones, en algún otro lugar y atribuida a un santo distinto. Tengo entendido que se reproduce  también en  una de las Cántigas de Alfonso X el Sabio. 

jueves, 8 de abril de 2010

Desmemoria histórica

Parece ser que para algunos la Ley de Memoria Histórica consiste sobre todo en hacer desaparecer cualquier vestigio de que aquí se dieran más de cuarenta años tras la guerra civil y que no existió un general llamado Francisco Franco.


No debe quedar ni rastro. Hay que eliminarlo todo: las estatuas ecuestres y no ecuestres del dictador, los escudos de los edificios, los signos de la dictadura, los nombres de las calles, el Valle de los Caídos puesto que fue construido por los presos políticos…. (¡Ay, si se pudiera también los pantanos!).  

Si todos los regímenes que han pasado por España a lo largo de los siglos hubieran tenido la misma idea, este territorio sería un erial. No podríamos contemplar y admirar el acueducto de Segovia (lo construyeron prisioneros o esclavos), ni el teatro de Mérida, ni las catedrales erigidas a instancias de la "pérfida" Iglesia Católica, ni otros tantos y tantos monumentos que hoy día constituyen nuestro rico patrimonio.

Me viene a la memoria (no histórica) lo que en Egipto hicieron los sacerdotes de Amón con Akenatom. Y los budas de Afganistán destruidos por los misiles de los talibanes. ¿Es esto lo que queremos para nuestro país? ¿Dilapidar nuestro tesoro patrimonial y monetario de esta manera con lo que tenemos encima?

Habrá que restituir lo que haya que restituir. Honrar a quien haya que honrar. Enterrar a quien haya que enterrar. Pero, sobre todo, dejar de mirar el pasado con rencor. Tolerar lo que nuestros compatriotas hicieron en otra época aunque no estemos de acuerdo con ello. Respecto al Valle de los Caídos creo que lo adecuado sería buscar una buena utilidad pública para que, por lo menos, el sufrimiento de tantos presos no resultara baldío y si pudieran contemplar su obra, a pesar de todo, sintieran el orgullo y la satisfacción de ser sus artífices. (¡Cuan largo me lo fiáis!)

No es mi intención polemizar sobre este asunto tan sensible para muchos pero, por más que nos empecinemos, nos guste o no, esos cuarenta años están ahí. Existieron. E igualmente un dictador llamado Francisco Franco Bahamonde y su régimen. Aunque desparezcan sus estatuas.

El mayor castigo que se le puede infringir a la dictadura es hacer que esta democracia  funcione lo mejor posible y evitar que nadie sienta nostalgia de aquella, porque no “todo tiempo pasado fue mejor”.

Memoria histórica sí, pero completa. Sin lagunas. De lo bueno para mejorarlo y de lo malo para evitarlo. Esta es mi opinión que, por supuesto, no pretendo imponer a nadie. Si alguien la comparte me parecerá estupendo, y si no es así, también.

jueves, 1 de abril de 2010

Nerea

Con el inicio de la primavera una nueva Tajafuerte ha venido a engrosar nuestro núcleo familiar.


Algunos, conocedores de mi interés por la investigación de mi apellido, han creído conveniente, no digo consolarme, pero sí animarme por mi supuesta decepción por la pérdida del mismo, puesto que tanto mi hijo como mi sobrino solamente tienen hijas.

Alguno me ha llegado a decir: No te preocupes. Ahora se puede elegir qué apellido poner, el del padre o el de la madre; quizá tus nietas…. ¿No se dan cuenta que este mismo planteamiento sirve para lo contrario?

¡Qué lejos están de la realidad!  No me preocupa en absoluto. Una cosa es mi afición por conocer el origen y el devenir del apellido que ostento y otra muy distinta pensar que tenga una importancia desmedida el llevar éste en lugar de otro cualquiera. Y puesto a elegir la forma de perderse, prefiero que sea de la forma tradicional.

Lo que verdaderamente importa son las personas. Cómo son. Cómo se comportan. No creo que nadie ame a sus padres por la forma en que son nombrados.

Indudablemente mi padre hubiera seguido siendo la misma excelente persona, si en lugar de Tajafuerte hubiese llevado cualquier otro apellido. Habría despertado en nosotros los mismos sentimientos de cariño y gratitud que le hemos profesado.

Bienvenida pues a casa Nerea. Al hacerme abuelo “bis” (que no bisabuelo) has venido a aumentar la alegría que nos dio tu hermana Leyre hace poco más de dos años.