domingo, 7 de diciembre de 2014

Nota necrológica


El pasado día dos de diciembre, víspera de la festividad de San Francisco Javier, patrono de su Navarra, falleció en San Cugat del Vallés la hermana de mi padre Lucía Tajafuerte Jacoste, la única superviviente hasta esa fecha de la generación de los Tajafuerte anteriores a la nuestra.

Imagen reciente de Lucía Tajafuerte
Ya comenté en una entrada anterior lo que la figura de la tía Lucía había significado para todos sus sobrinos, quizás engrandecida, en un tiempo de penurias, por una situación económica mucho más desahogada que la nuestra. Siempre recordaré con un agrado especial los días que mi mujer y yo compartimos con ella durante nuestra luna de miel en su casa de Madrid, cercana al desaparecido diario Pueblo, cuando vivía allí por motivos laborales de su segundo marido, Ricardo Montejo. De ella aprendió mi esposa la receta de las almejas a la marinera que tanto gustaban a mi padre y encantan a mis hijos.

Una visita a finales de los ochenta durante mi estancia en Barcelona, cuando fui enviado por mi empresa a esa ciudad, y algunos encuentros breves y esporádicos posteriores han sido mis últimas relaciones con la tía Lucía, a quien no veía desde hace mucho tiempo. Pese a ello, el recuerdo de su figura seguía muy vivo, ya que fue testigo de momentos muy felices para mí.

Ha sido la persona más longeva de los Tajafuerte, la única en alcanzar todo un siglo de vida; el próximo ocho de enero hubiera cumplido ciento un años.

Aunque estos acontecimientos son previsibles, nunca encontramos la fecha oportuna para que sucedan, por lo que mi primo Francesc, Paco para nosotros, que ha convivido siempre con ella, se encontraba muy afectado en el momento en que me comunicó el óbito. Sólo me queda trasmitirle a él y a toda su familia mis condolencias más sinceras y hacerles patente que su recuerdo perdura en nosotros. Descanse en paz.