jueves, 1 de abril de 2010

Nerea

Con el inicio de la primavera una nueva Tajafuerte ha venido a engrosar nuestro núcleo familiar.


Algunos, conocedores de mi interés por la investigación de mi apellido, han creído conveniente, no digo consolarme, pero sí animarme por mi supuesta decepción por la pérdida del mismo, puesto que tanto mi hijo como mi sobrino solamente tienen hijas.

Alguno me ha llegado a decir: No te preocupes. Ahora se puede elegir qué apellido poner, el del padre o el de la madre; quizá tus nietas…. ¿No se dan cuenta que este mismo planteamiento sirve para lo contrario?

¡Qué lejos están de la realidad!  No me preocupa en absoluto. Una cosa es mi afición por conocer el origen y el devenir del apellido que ostento y otra muy distinta pensar que tenga una importancia desmedida el llevar éste en lugar de otro cualquiera. Y puesto a elegir la forma de perderse, prefiero que sea de la forma tradicional.

Lo que verdaderamente importa son las personas. Cómo son. Cómo se comportan. No creo que nadie ame a sus padres por la forma en que son nombrados.

Indudablemente mi padre hubiera seguido siendo la misma excelente persona, si en lugar de Tajafuerte hubiese llevado cualquier otro apellido. Habría despertado en nosotros los mismos sentimientos de cariño y gratitud que le hemos profesado.

Bienvenida pues a casa Nerea. Al hacerme abuelo “bis” (que no bisabuelo) has venido a aumentar la alegría que nos dio tu hermana Leyre hace poco más de dos años.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Enhorabuena por la nueva nieta!